Quiero suponer que la movida actual nos estimulará a crear un movimiento o conciencia crítica estable. Hace ya bastantes años que muchos docentes nos sentimos agredidos y devaluados, no sólo en Filosofía. Los “filósofos” podríamos hacer de catalizadores positivos o impulsores de esta nueva consciencia docente.
Deshacer la sospecha de corporativismo
Incluso si nos devolvieran las horas (y el dinero) que nos van quitando, sigue habiendo en Educación demasiada inercia que desplazar. Los demás compañeros y especialidades nos valorarán si aportamos algo a los problemas educativos comunes. Pues si sólo “existimos” cuando nos quitan horas, nadie nos va a tomar en serio. En otro documento, sugiero problemas comunes sobre los que podríamos definirnos públicamente, “como profesores de filosofía”. Ante el resto del profesorado, esto nos daría más coherencia y alejaría la sospecha de corporativismo. Pero esta imagen no se improvisa. A veces, los “filósofos” trascendemos los problemas pedagógicos cotidianos (no es cosa nuestra) y, cuando nos llega la riada, suele ser tarde. Por brevedad, incluyo sugerencias esquemáticas, numeradas.
Sugerencias
1) Debemos crear una MARCA pública, reiterada. Sea la Sociedad de Filosofía o cualquier otra. Hacer que nuestra voz se oiga. En los Centros preuniversitarios, los expertos de aula somos nosotros, no los legisladores ni los políticos, ni tampoco los padres o madres, ni los periodistas, ni los sindicalistas liberados, ni siquiera los profesores de universidad. Le “consultan” a cualquiera, menos a nosotros.
2) Hay que reducir al máximo las web comunes de encuentro. Hay demasiados blogs, todos interesantes, pero excesivos, no hay tiempo de seguirlos todos: la dispersión no es operativa. Se puede y se debe mantener el pluralismo de criterios en un mismo blog común. Distinguir bien entre a) blog de ENCUENTRO y b) todos los demás.
3) Yo iré poco a reuniones, pero ya he firmado todos los manifiestos y me he inscrito en la Sociedad de Filosofía de la Provincia de Alicante (SFPA). Por cierto, esas siglas son poco “populares”, propongo SOFIA. En otras provincias, podría mantenerse SOFIA+ inicial de provincia (pero esto es secundario).
4) Debemos apoyar a los promotores de la SFPA (Ángel Martín, Juan José Lara, Felix Arias) y a todos-as los que ya han reaccionado ahora (por ejemplo, Villena) o con anterioridad (SFPV). Distinguir muy bien entre los puntos de CONSENSO y las opiniones particulares. Los matices, para los debates internos; los acuerdos mayoritarios, a la prensa. Evitar los boicoteos cutres, mantener el respeto mutuo a las distintas síntesis teóricas, sin maniqueísmos ni descalificaciones primarias. En momentos de crisis, hay que escuchar mejor, nadie lo sabe todo. A través de nosotros, no hablan ni los Partidos ni los Sindicatos, ni las Escuelas filosóficas, hablamos nosotros mismos como docentes. Si no conseguimos esto, no hay nada que hacer, se nos pasará la fiebre y a esperar la siguiente crisis corporativa.
5) Los/as profes de Filosofía no tenemos el monopolio del sentido crítico. ¿Carecen de sentido crítico nuestros compañeros profes de Historia, Cultura Clásica, Literatura, Matemáticas, Economía, Física, Biología?... Sacar cada cinco años un comunicado apelando al crucial sentido crítico que transmitimos a nuestros alumnos en Filosofía, no parece un argumento tumbativo. Pero si emitéramos un comunicado trimestral masivo y riguroso sobre aspectos concretos del desastre educativo, quizá dentro de dos o tres años nos pedirían ruedas de prensa sin solicitarlas. Y la Conselleria, y los Sindicatos, y algunos Catedráticos de Universidad “expertos” en Educación, nos verían como “peligrosos”. Ahora, ni somos “peligrosos” ni nos consultan, ni nos consideran: simplemente nos ignoran.
6) Los Sindicatos son aliados, no hay por qué considerarlos trepas a todos. Tienen poca fuerza porque no nos afiliamos o, si estamos afiliados, no participamos. En todo caso, los sindicatos no pueden ni deben arreglarlo todo: para eso estamos los demás profes de aula, para renovar el aula.
7) En nuestros comunicados internos, avanzaremos más si somos directos, breves, y transparentes. Evitar el lenguaje mitinero o polemista: “no discutamos, calculemos” (Leibniz). Lo de menos es “tener la razón yo”, lo que importa es encontrar juntos lo que nos parece “verdadero” (Sócrates). Fuera el lenguaje insultante que aparece en algunos blogs (con seudónimos), mantener cierta estética y altura de miras. La misma que nos lleva a enseñar lo que creemos haber aprendido, la que nos impele a “volver a la caverna” (Platón).
8) No tomamos decisiones para nosotros solos, sino también para el resto de la sociedad (Sartre). Pero necesitamos crédito, y quizá lo hemos perdido con los años: hemos dejado hacer, nos hemos resignado, nos hemos abstenido… Los trabajadores de la enseñanza (no sólo Filosofía) no pintamos casi nada en el devenir legislativo, como estamos viendo hace años (con PSOE o con PP). Nos llegan las leyes, decretos y órdenes en paracaídas. Todo el mundo “opina” sobre educación en cualquier medio informativo, pero lo que pensamos realmente los profesores de aula se circunscribe a revistas que casi nadie lee o a blogs de familia. ¿Tan poca energía tenemos?
9) Sobre EpC, no hay que dar la impresión de que nos asusta educar a los ciudadanos (menores de edad). Casi toda la obra de Platón es una educación para la ciudadanía (a su manera). Esa acusación urgente de “adoctrinamiento” es una falacia (algunos acusadores llevan 2.000 años adoctrinando)…Todo el que educa, adoctrina. “No tirar papeles al suelo”, “Hablar de uno en uno”, “Pedir la palabra, no interrumpir”… Desde que entro en el aula, estoy “adoctrinando”. Los que llevamos dos décadas (o más) con adolescentes, distinguimos muy bien entre “manipular” y “adoctrinar”. Emitir doctrina no es malo. Lo antieducativo sería imponerla, enseñar sólo mis puntos de vista o dar peor nota al alumno que no piensa como yo. Pero yo no califico la ideología de mis alumnos, sino su forma de trabajar.